Es difícil imaginar que han pasado más de tres décadas desde la invención de Internet en 1990, donde nació la primera versión preparada para el consumidor. Era la web 1.0: un repositorio conectado de páginas web sin posibilidad de búsqueda y con una interactividad muy limitada.
Quince años después, se popularizó una nueva web social más democrática y basada en contenidos generados por los usuarios. Mientras tanto, se hablaba de la posibilidad de una nueva Internet que sería capaz de establecer conexiones entre los activos en línea para ofrecer a los usuarios una experiencia mucho más satisfactoria.
Hoy, esa misma visión de un nuevo Internet está ganando rápidamente popularidad bajo el nombre de Web 3.0, respaldada por más de 30 años de innovación.
¿Qué es la Web 3.0?
La Web 3.0 es la tercera generación de servicios de Internet para sitios web y aplicaciones que se centra en el uso de una Web semántica y basada en los datos. El objetivo final de la Web 3.0 es crear sitios web más inteligentes, conectados y abiertos.
En la Web 3.0, los datos se interconectan de manera descentralizada; un gran salto respecto a la Web 2.0, en donde los datos se almacenan en repositorios centralizados.
5 rasgos definitorios de la Web3
La Web 3.0 se define por los siguientes rasgos y características clave, además de por su arquitectura semántica:
Ubicuidad
La Web 3.0 implica que el acceso a Internet sea universal y ubicuo en todas las regiones, redes y dispositivos. Ahora mismo, utilizamos principalmente ordenadores y teléfonos inteligentes para las actividades en línea y, en algunos casos, dispositivos de mano industriales.
En el futuro, la conectividad e interacción con cada dispositivo se disparará al hacer que la Web 3.0 esté disponible a través de electrodomésticos inteligentes, equipos de RA/VR, interfaces de IoT, coches inteligentes, etc. Esto también requerirá una nueva generación de navegadores web.
Código abierto
Esta característica de la Web 3.0 es algo más difícil de conseguir. En la actualidad, Internet está controlada de forma abrumadora por un puñado de grandes empresas y conglomerados tecnológicos, que actúan como guardianes de los datos y los procesos algorítmicos.
La nueva Internet se basa en una arquitectura de código abierto, la cual cualquiera podrá utilizar, modificar, monetizar y ampliar sin restricciones. Esto a su vez también fomenta una mayor responsabilidad, ya que las revisiones entre pares serán más comunes.
Incentivación de usuarios y creadores
La Web 3.0 buscará un mayor equilibrio en la economía de los creadores. En la actualidad, hay pocos controles y equilibrios sobre cómo se compensa a los creadores en línea por su trabajo, y un pequeño porcentaje suele recibir una parte desproporcionada de los incentivos.
Mientras tanto, el concepto de incentivación del usuario no existe en absoluto. Por ejemplo, los usuarios pueden ser recompensados con tokens o criptomonedas por compartir voluntariamente sus datos para mantener la transparencia.
Este tipo de incentivo claro será una parte importante de la experiencia de la Web 3.0 para impulsar la responsabilidad de todas las partes interesadas.
Descentralización e interoperabilidad
Por último, la Web 3.0 no estará controlada por ninguna organización o grupo de organizaciones y estará totalmente descentralizada gracias a la arquitectura blockchain.
Los usuarios, los creadores y todas las entidades en línea existirían en un espectro conectado que se descentralizaría mediante un protocolo diseñado de manera específica.
La Web 3.0 no es sólo un concepto teórico limitado a la ciencia ficción o a los experimentos académicos. De hecho, cada vez se va aposentando más en nuestra realidad.
El mayor trabajo que queda por hacer para que el Nuevo Internet se consolide es sin duda el cumplimiento de los protocolos, que en última instancia dotarán a la Web 3.0 del tipo de universalidad del que goza nuestra web actual. Posiblemente, a finales de esta década ya podremos decir que estamos navegando en la Web 3.0.